Maradona el caudillo

Tiro Libre
Gregorio Jácome Moreno

Nadie le discute su liderazgo, tan corto de estatura como Napoleón, Maradona se ha empeñado en encabezar los ejércitos de la sociedad civil argentina e ir en contra del Imperio al cual no le provoca ni siquiera un rasguño. El poder de convocatoria de Diego es inobjetable, las masas lo siguen cual flautista de Hamelín pese a que poco se detienen en razonar las causas sustantivas que defienden.

Maradona por donde se le vea es un fenómeno curioso. Desde que era jugador su destino fue siempre el de comandar a las tropas, se instalaba en la cancha como el caudillo que redimía a los suyos en medio de la catástrofe. Su talento y popularidad lo llevaron a la cima de la fama de donde se derrumbo ante la debilidad de la cocaína.

Al superar esos días de rehabilitación en los cuales sus seguidores encendían velas por su salud, Diego apareció en el programa de televisión "La noche del 10" más delgado dispuesto a que el Mundo se rindiera a sus pies por sus proezas de antaño. Y lo consiguió.

Una religión le rinde tributo a Diego, el maradonismo, que crece día a día. Y es que Maradona encarna perfectamente las virtudes del caudillo, quienes tienen, según Enrique Krauze: "un halo religioso, ligado en ocasiones al providencialismo, otras a su idolatría, a veces a la teocracia. En todo caso, una concomitancia con lo sagrado."

Un caudillo tampoco es necesariamente un ilustrado, ni un ideólogo, en ocasiones puede parecer tan iletrado como Villa y Zapata. Acorde a su privilegiada zurda Maradona se siente un simpatizante de las izquierdas. No creo que Diego sepa quien es Konstantinov y le ha de haber costado un enorme esfuerzo mental entender las Tesis sobre Feuerbach, aunque pudiera presumir de practicar la número once: "los filósofos solamente han interpretado el mundo de una manera diferente, lo importante es transformarlo". Cuando se instala en plan político Maradona se ve a sí mismo como la encarnación en short y sin barbas del comandante Ernesto "Che" Guevara.

Ello lo ha llevado a sostener una extraña fascinación por el dictador cubano Fidel Castro a quien lleva tatuado en la pantorrilla izquierda. Hábil como es, Castro le dio a Diego una larga entrevista a unos días de que se celebrara en Mar de la Plata la Cumbre de las Américas. Platicaron largo y tendido, pero al entrevistador ligh se le olvido preguntarle a Castro sobre los derechos humanos en Cuba o la ausencia de elecciones libres en la isla, en cambio, se comprometió a encabezar una marcha pacifica en contra del presidente mas odiado del mundo y su política exterior.

Así ocurrió, Diego convoco y las masas acudieron al repique. Maradona con ese arrastre que tiene tuviera mucho más peso político si fundamentara mejor sus alegatos. A ese paso, falta poco para que lo veamos postularse a la presidencia de Argentina, seguro derrotara con facilidad a sus oponentes e instalará un gobierno de izquierda antimperialista como el de Castro. Solamente entonces podrá verse cara a cara con los demás mandatarios del continente, que a excepción de Hugo Chávez de Venezuela, han hecho menos al pobre Diego. Seguramente también pugnara por una América unificada como quería Bolívar y como soñaba el "Che".