Levine

Friday, September 02, 2005

Se fue el maestro

Tiro Libre
Gregorio Jácome Moreno

En el futbol no mandan los jugadores, eso es más que claro, la afición mucho menos. Cuando se trata de decisiones trascendentes se les toma la opinión a los directivos pero quien en verdad gobierna en el futbol son los dueños de los equipos.

Y eso es muy peligroso. Sobre todo cuando circulan por el mundo millonarios excéntricos que nunca en su vida han sabido lo que es correr tras un balón y todo lo que implica presidir una institución deportiva de prestigio. Por ejemplo el estadounidense Malcom Glazer, dueño de los Bucaneros de Tampa Bay y recientemente poseedor del 75 % de las acciones del Manchester United el club de futbol más caro del mundo. Aunque ello atenta contra la soberanía del legendario club inglés Glazer se pasea sonriente como un niño con juguete nuevo. Otro ejemplar de esta especie es Roman Abramovich, el magnate ruso dueño del Chelsea, que pese a la soberbia del entrenador Mourinho por lo menos consiguieron el ultimo campeonato en la liga Premier.

El equivalente en México del millonario advenedizo es el empresario tapatío Jorge Vergara, dueños de las Chivas de Guadalajara. Sus errores al frente de la organización se han ido acumulando de forma sistemática. Aún el día de hoy los seguidores de Chivas no entienden la razón por la cual decidió cesar al entrenador Benjamín Galindo al inicio de temporada cuando al equipo se le auguraba un torneo prometedor. Con esta decisión fatal queda en evidencia que el señor Vergara sabe muy poco de futbol y ya no digamos de cultura general, su literatura va más allá de Og Mandino y esta insensibilidad lo llevan a publicar desplegados en la prensa carentes de gracia y de sentido, de morbosa imaginación.

Solo así se comprende la arbitrariedad de refundir al delantero Francisco Palencia en el Chivas U.S.A. En cambio como empresario Vergara es muy exitoso, se ha sabido aprovecha r de la ignorancia de millones de mexicanos para venderles sus productos. El hombre viaja en su avión privado por todo el país, y cual pastor de iglesia divulga la mística de su negocio.

A sus tropas de vendedores le receta discursos, les inculca la misión, visión y filosofía de la empresa. Eso mismo trato de hacer con Galindo, y por supuesto no pudo, el maestro es gente de futbol. De algo le han de haber servido sus casi veinte años como jugador profesional. Y no cualquier jugador, era un entrenador dentro del campo: ordenaba el juego con sus toques precisos.

Es una lastima que Galindo se halla ido de las Chivas, es un entrenador joven y es mexicano. Encontrara acomodo pronto en otro equipo. Jorge Vergara por su parte deberá entender que es el juego en sí y no el dinero el que consigue campeonatos. El equipo de más tradición en nuestro país, así como su afición merecen todo el respeto de su directiva.