Levine

Thursday, August 11, 2005

La ausencia del 10

Tiro Libre
Gregorio Jácome Moreno
A Rubén Omar Romano

Al igual que en la geopolítica, en el futbol los sistemas también se redefinen. Se ajustan a las virtudes de los jugadores pero también a las reglas del mercado. En el futbol moderno la zona que más a padecido de mutaciones es la media cancha, en donde a pesar de que algunos entrenadores juegan con cinco o seis en medio, en esa línea de choque abundan los contenciones y se extraña al medio creativo.

En efecto, los sistemas de juego no están pensados para ganar sino para no perder, una derrota significa una perdida cuantiosa para la macroeconomía de las directivas y para los bonos del entrenador en turno que teme ser despedido. Basta ver el parado sobre la cancha del equipo visitante para advertir un sistema ultradefensivo. Esa frase tan recurrente de que “el empate le supo a triunfo” no es más que un halago a la mediocridad. Cierto es que hay encuentros muy bien jugados que terminan en empate, da gusto cuando son juegos abiertos en que los dos equipos atacan sin tregua, sin embargo, estos partidos siguen siendo la excepción, aún no la regla. Lo peor que le puede pasar al fútbol es cuando esa mediocridad obtiene buenas ganancias, por ejemplo, un equipo empata la mayoría de sus juegos y al final sale campeón, como ocurrió en el Clausura 2005.

Cual si se hubieren planeado en Suiza los sistemas modernos optan por la precisión y la eficacia como si se tratara de una máquina en la que no cabe el irreverente diez. Sin duda son entrenadores positivistas que instalados en su cumbre científica no dan paso al virtuosismo, a la imaginación como posibilidad creativa. Ahora el dribling es una reliquia arqueológica que muy pocos poseen: es muy raro que un jugador gambetee a mas de dos rivales en una misma jugada, cuando ello sucede despierta la pasión de la multitud.

Como quien lleva un estandarte el portador del número diez en sus espaldas equivalía a ser el mejor de los once. El fútbol mundial ha dado dieses o dioses inolvidables, en primera fila esta Don Diego y Pelé. A esta estirpe también pertenecen hombres como Johan Cruyff (14), Lothar Matthews y Marco Van Basten (9). No importa con quienes jugaban o contra quienes, el juego durante los noventa minutos giraba entorno a estos dotados, imponían a voluntad su ritmo, como si en la suela de sus zapatos estuviera un imán el balón llegaba a descansar a sus empeines, acto seguido, cobraba vida la mayor expresividad estética que se haya visto en la historia de este deporte.

En lo que a México respecta, en un país de casi cien millones de habitantes no hay uno que sea capaz de asumir el control desde la mitad del campo, por ello hemos tenido que recurrir a buscar el talento en otras latitudes. Al mundial de Alemania en 2006 México distribuirá los balones desde la media de contención, en efecto, el brasileño naturalizado mexicano Zinha es efectivo, pero seamos honestos, no es el número diez que todos queremos ver.

Bueno fuera que en alguna cantera se este forjando el jugador mexicano con capacidades diferentes, el medio creativo del que tanto adolecemos. Mientras, esperemos que pronto los intereses que circundan al futbol nos devuelvan al número diez que tanto extrañamos, a ese que ha sido víctima de la corrupción y la inseguridad, al que todos queremos ver ya, dirigiendo desde la banca de Cruz Azul.