Levine

Thursday, May 04, 2006

Futbol, pasión y tango

Tiro Libre
Gregorio Jácome Moreno

No conozco otro país en donde el futbol se viva con tal dosis de pasión que en Argentina. Contrario a la melancolía del tango, el futbol en aquel lugar constituye una realidad aparte, una fiesta, en el cual los colores de los club´s y de la albiceleste han adquirido el adjetivo de sagrados.

El resultado de un equipo se refleja en el estado de ánimo de sus seguidores durante una semana. Si se pierde, estarán con la cabeza baja y con el alma desgarrada. Si se gana, afrontaran la vida con una actitud positiva y alegre. A ese grado de influencia.

Es imposible hablar racionalmente de futbol con un argentino. Fieles a su orgullosa naturaleza no admiten otra verdad que la suya, llevan la intolerancia y el fanatismo a los extremos. Así entendemos los constantes brotes de violencia en las tribunas y en el campo. Jamás admitirán la superioridad deportiva del rival y es imposible que reconozcan de buen talante una derrota.

Los antropólogos y sociólogos se han dado vida estudiante tales fenómenos sociales y conductuales de fanatismo futbolero (lo cual no es privativo de Argentina, en otros países también lo hay, solo que no con el énfasis de los sudamericanos). Allá no hay necesidad de un dispositivo mediático para encender la pasión de un clásico Boca Junior´s – River Plate. La pasión desbocada por el futbol es inherente a su espíritu.

El origen de las “barras bravas” en América es argentino. Un cierto sector de los aficionados emulando el ritual religioso comenzó a entonar cánticos a favor de su equipo, lo mismo que a pintarse el rostro con sus colores, a encender bengalas en la tribuna y a incendiar las banderas contrarias. Las barras llegan al estadio cantando y cantando se van, en sus odas se transmite el amor incondicional a su equipo y de ser posible siguen a su equipo donde quiera que vaya.

Hablar del clásico Boca – River exige un artículo completo, en el Monumental o en la Bombonera se escenifican duelos a muerte y sin contemplaciones, un clásico en toda la acepción del la palabra. Son dos equipos de abolengo acostumbrados a ganarlo todo.

Cabe decir que si los aficionados argentinos son apegados en demasía a su club, los jugadores no lo son tanto: en su mayoría emigran a países con mayor proyección o con mejores sueldos, el salario de un futbolista en Argentina esta más que devaluado. Argentina junto con Brasil son los mayores exportadores de piernas, mediocres unas exquisitas otras.

El primer Mundial que seguí fue el de México 86, ahí vimos a Diego levantar la Copa luego de desplegar su repertorio, mágico y tramposo al mismo tiempo, cualidades ambas pertenecientes a los dioses. He apostado por la albiceleste y no le ha ido muy bien en los últimos mundiales, llegan ahora a Alemania como acostumbra: con un equipo de mucho respeto, el único quizá con la medida adecuada para derrotar al favorito Brasil.

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