Levine

Wednesday, July 28, 2004

José María Luis Mora*

Gregorio Jácome Moreno

El liberalismo en México no se puede explicar sin dejar de lado el estudio preciso de la vida y obra de uno de los intelectuales más destacados del siglo XIX. Me refiero al historiador y político José María Luis Mora. Hombre de trabajo en el ámbito de las ideas y de la praxis política, nació en el pueblo de Chamacuero perteneciente a la intendencia de Guanajuato el año de 1794. Esa provincia vivía el auge de la minería de finales del siglo XVIII.

En los años álgidos del segundo decenio del siglo XIX Mora estudia en los colegios capitalinos de San Pedro y San Pablo, y de San Ildefonso, en 1820 obtiene el grado de doctor en teología en la Real y Pontificia Universidad de México, por tanto, recibe las ordenes sagradas mayores. Además Mora es catedrático de filosofía y en 1825 le es otorgado el titulo de doctor en leyes. En 1833 cuando Santa Anna deja la presidencia de la república a su vicepresidente Valentín Gómez Farías el Dr. Mora es nombrado consejero de la presidencia. Durante ese efímero mandato de Gómez Farías, que duró hasta 1834 cuando por presiones del congreso abandonó la presidencia, se sientan las bases de una educación laica al crear la Dirección de Instrucción Pública, que fue un intento de difundir la educación a las clases populares.

Si en la obra política del Dr. Mora se siente la influencia del contractualista Rosseau y Montesquieu, en materia económica se deja ver cierto acercamiento al utilitarismo de Bentham y a la escuela fisiócrata para quienes la riqueza no se encontraba en la fuerza de trabajo como aseguraba Adam Smith sino en los elementos propios de la naturaleza. Sin embargo, las propiedades se encontraban acumuladas en un número reducido de manos, entre ellas la de la Iglesia, lo que acrecentaba el empobrecimiento de la nación al no repartirse tales posesiones en forma equitativa.

Distinguido periodista y ensayista a Mora se le atribuye haber sido el impulsor teórico de las Leyes de Reforma. Ciertamente creía que la evolución del Estado mexicano era impensable si no se establecían con claridad las fronteras entre la Iglesia y el Estado, entre lo sacro y lo profano, para Mora las relaciones entre ambas instituciones: “debían partir del principio de independencia absoluta entre el poder civil coactivo y el espiritual de conciencia y de convicción, y terminarse en las funciones que se deducen de la naturaleza de uno y otro poder”. Esta sana separación lleva a una secularización de la sociedad fundamentada en el principio de la libertad de conciencia. Semejantes aseveraciones motivaron más tarde a la generación de reformistas como Ignacio Ramírez, Francisco Zarco, Melchor Ocampo, Guillermo Prieto, y por supuesto, Benito Juárez.

Aunque a Mora lo odiaron muchos por sus ideas progresistas, nunca dejo de ser respetado inclusive sus rivales más acérrimos. Lo cierto es que para tener un panorama completo del México en el siglo XIX es necesario revisar la otra parte, es decir, la corriente conservadora que se afanaba en la idea de tener un gobierno monárquico y cuyo representante intelectual es Lucas Alamán. A pesar de las biografías más detallistas, nunca acabaremos de conocer a los hombres que han hecho nuestra historia, sin embargo, su influencia renace en el
presente. El Dr. Mora se exilio en Europa a la caída de Valentín Gómez Farías, y a pesar de que ocupo el cargo de Ministrio Plenipotenciario, murió en un humilde departamento de París el 14 de julio de 1850.

*Artículo publicado en Crónica de Xalapa, 27 de julio de 2004

0 Comments:

Post a Comment

<< Home