Levine

Tuesday, June 15, 2004

Pumas al cielo

Por Gregorio Jácome Moreno

Para ser Puma hay que tener la sangre azul y la piel dorada. Un juego tan parejo en donde los dos porteros dieron muestras de solvencia no se podía definir más que desde los once pasos. En el consciente colectivo de las multitudes merodeaba la idea de que las Chivas habían sido beneficiadas por la marcación de un penalti inexistente, en consecuencia tenían que ganar por goleada para justificar su campeonato, no ocurrió así.

A las 5:30 de la mañana, una hora antes de que amaneciera, el cruce de la avenida insurgentes y el eje 10 estaba convertido en un campo de refugiados, las casas de campaña y las cobijas de colores guardaban a la feligresía puma que había pernoctado en las inmediaciones del estadio bajo la calefacción de fogatas improvisadas. La zona era custodiada por un inusual operativo de seguridad, a decir de Marcelo Ebrard, Secretario de Seguridad capitalino, se trataba del mayor dispositivo en la historia para resguardar un espectáculo público. Elementos de seguridad, que a las 12:00 del día alcanzarían los 4 mil, marchaban a paso lento, retenes, intimidantes perros rottweiler, granaderos con gases lacrimógenos y caballos trotando por toda la explanada. En este contexto, el mural de Juan O´Gorman de la biblioteca de la UNAM completaba el cuadro surrealista.

La multitud se preparaba para la batalla afuera del estadio, se ponían en escena los ritos previos a la lucha entre tribus enardecidas: la entonación de cánticos, una cuidadosa pinta de azul y oro en la cara, las bandas en la cabeza, nos remontaban a una época primigenia en la que el hombre hacia la guerra con la naturalidad en que ahora se juegan los partidos. A las 7, las filas al borde de los accesos comenzaban a gestarse, dos horas después el estadio estaba lleno.

Las horas de espera antes del silbatazo inicial sirvieron para desterrar la idea del penalti marcado en la ida en contra de Pumas ¿cuánto le habrá pagado Vergara al arbitro? Por si las dudas, ahora la influencia del vendedor masivo de “vida saludable” y presidente del club Guadalajara no valía nada en territorio autónomo. Lo cierto es que la realidad era que Pumas y Chivas tenían que ganar así sin más.

El juego comenzó diez minutos tarde. Luego supimos que el retraso se debió a que Guadalajara no quería salir a la cancha antes que Pumas para no escuchar el himno universitario. Los jugadores se resistían a escuchar las estrofas para no mermar su animo ante la imponencia del momento: sesenta mil gargantas con el puño en alto. “Por mi raza hablará el espirítu” dice el lema vasconceliano que se observa estampado en la torre de rectoría. Lo simbólico también juega su partido.

Unidos venceremos
el triunfo alcanceremos
luchando con tesón
por ti Universidad.

En este momento el cronista pierde la objetividad, es imposible mantenerla ante el rictus de la circunstancia y recuerda que el primer partido profesional que vio en su vida fue a los siete años en la temporada 83 – 84, precisamente ahí, en ciudad universitaria, cuando los Pumas vencieron al América 1- 0. Es la edad en que la mente es susceptible a adoptar todos los dogmas y como es de suponerse al religioso se impuso el del fútbol con amplia ventaja. Dios era Tuca Ferreti, Negrete, España y Luis Flores santos patrones. ¿Cuánto tiene el fútbol de religión laica? Veinte años después, los niños de Guadalajara que apoyan al “rebaño sagrado” llevan camisetas con la leyenda: “ayudanos San Oswaldo”.

No paso mucho sobre el césped durante los primeros minutos, el juego tenía un carácter monótono y reservado. De pronto Ailton desbordaba pero con escaso peligro. Con tono preocupante advertimos de la peligrosidad que representa Medina entrando por derecha, recibe el balón en media cancha y luego de llegar a fondo centra a placer, ya Bernal le había sacado un tiro por abajo. Pero el aficionado en C.U. no esta para analizar jugadas ni estrategias de defensa, lo importante es saltar y cantar al unísono:

Oi,oi,oi,oi
oi,oi,oi,oi
el que no brinque
es un chiva maricón
oi,oi,oi,oi….

De pronto, cuando se generan los silencios, por lo menos en un espacio de cinco metros cuadrados, uno no se explica el escándalo que no cesa en las tribunas. Recordando a Nelson Rodríguez, aquel famoso rapsoda de fútbol que bautizó a Pelé como el “Rey”, advirtió de la necesidad que tienen los clubes de recibir un apoyo más allá del simple mortal: “Nadie puede faltar a Maracana el domingo – dijo – e incluyó a los fantasmas en la convocatoria: la muerte no exime a nadie de sus deberes con el club”. Juan Villoro complementa “quien haya escuchado el furor de un estadio lleno sabe que hay más voces que espectadores: los fantasmas acudieron a la cita.”

Pese a que no era un buen juego, no se desestimaba el entusiasmo con que los 22 jugadores corrían sobre la cancha. En un partido tan trabado solo se esperaba una genialidad individual o algún golpe de suerte. En el fútbol la dimensión del tiempo corre al parejo que en la vida ordinaria, no es como en otros deportes en los que se puede detener el reloj cuando el balón sale o a placer en un tiempo fuera. Por tanto, conforme avanzaba el cronometro ya sobre el segundo tiempo la situación pasó a volverse tensa y cuando las porras se percataron de que cualquiera de los dos equipos podía ganar acrecentó su entusiasmo no sin cierto nerviosismo.

A mi gusto, aunque sin ser un gran partido, ha sido este el juego con mayor emoción visto en México en los últimos años. Durante los tiempos extras nadie quería voltear a ver la portería de Bernal cuando Chivas atacaba. Con el balón en los pies cada jugador anunciaba un ataque potencial, válgase nombrarlos, los centrales de Pumas Beltrán y Verón jugaron el encuentro de su vida. La agonía Puma se anunciaba cada vez que un jugador se acalambraba, el Jerry Galindo, importantísimo en el esquema de Hugo, quedó sobre el césped inválido de ambas piernas, un minuto antes “pareja” López había abandonado el terreno por el mismo mal. Oswaldo es mejor parando penales, no cabía esa confianza en los aficionados de las Chivas, si el juego lo definieron las atajadas de los porteros la tanda de penaltis iba a resolverse por la templanza y técnica de los jugadores para chutar desde el manchón. Hasta ahora no se ha mencionado para nada al arbitro Gilberto Alcalá, su actuación fue excelnte.

Anotar el primer penalti siempre da confianza, Lozano tiró a la izquierda y Oswaldo se tendió a la derecha, el gritó de gol en las tribunas estremeció el estadio, luego tiro el “Bofo” y se hizo el silencio, la historia se repitió las siguientes tandas hasta que apareció Rafa Medina, nadie sabia a ciencia cierta que gritar pero gritaban cuanto pudiesen para desequilibrar al muchacho que finalmente, tras una pausa, mando su disparo al octavo carril de la pista olímpica. Las gargantas se desgarraban a gritos de “¡Pumas Campeón!” mientras aparecían lágrimas en los rostros. El éxtasis desbordado, era el manicomio. Lo demás que ocurrió ahí fue visto por televisión, no vale recordarlo, solo nos quedamos con la certeza de que fue, como decía la camisa del Jimmy “Hecho en C.U.”

“Goya, goya
cachun, cachun, ra ra
cachun, cachun, ra, ra
goya, Universidad”



Las declaraciones de Hugo Sánchez al final del juego lo desconocían, que yo recuerde, es la primera vez que Hugo no habla en primera persona. Se refirió al mérito de los jugadores sobre la cancha, al gran trabajo de la directiva y del patronato, reconoció desde el rector Juan Ramón de la Fuente hasta el utilero y sobre todo dio crédito a la afición Puma de todo México y a la que asistió al estadio, que por lo demás, se comportó a la altura de las circunstancias.

Como Ulises, ahora lo más importante es el regreso a casa, el espirítu de victoria Puma se ha apoderado del subsuelo de la ciudad de México, en los túneles del metro no paran los “goyas”. El juego quedará grabado en la memoria de muchos como una épica insustituible de expectación previa y emoción en la definición, el cuarto título de liga de Pumas sabía a gloria y por lo pronto, los vagones del metro albergaran por un tiempo los ecos de las odas universitarias:

Como no te voy a querer,
como no te voy a querer,
con mi corazón azul y
mi piel dorada siempre te amare

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