Levine

Tuesday, May 25, 2004

La caída de la galaxia blanca

Por Gregorio Jácome Moreno

El Real Madrid, el equipo de fútbol con la nómina más cara del mundo, se ha convertido en el peor fracaso futbolístico del balompié mundial actual. En el último semestre perdió la Copa del Rey contra el modesto Zaragoza, fue eliminado por el Mónaco en la Copa de Campeones, y perdió el único título que le queda por conseguir: la liga española.

La galaxia blanca se derrumbó ante la incredulidad de millones de aficionados en todo el mundo. Es inconcebible que un equipo plagado de figuras juegue tan mal, ello pareciera confirmar la teoría que afirma que las estrellas brillan solo en lo individual y no en lo colectivo, el Brasil del 70 o la Holanda del 74 contradicen la regla, pero en Real Madrid los superdotados chocan entre sí y es rara la vez que logran hilvanar una jugada con tres toques.

Si en lo futbolístico el saldo del Real ha sido desfavorable, en cambio, en lo comercial no, el marketing es un éxito que acumula dólares por millones, por ejemplo, la camisa 23 de Beckham se vende en cantidades estartósfericas no solo en Europa y en América sino además en los países asiáticos de Japón, Korea y ni se diga en China. A las bufandas y palyeras hay que sumar la no menos despreciable cantidad de 15 millones de dólares que reciben de la compañía Siemens por portar su logotipo en la camiseta blanca.

El equipo ha carecido de modestia, por ejemplo, en las dácadas de los 50´s y 60´s, con Alfredo Di Stéfano como figura, ganaron cuantas veces quisiseron la liga y la Champion´s, y jamás perdió el piso gracias a las descisiones sensatas y atinadas de su presidente en aquel entonces Don Santiago Bernabeu. El Real de ahora ostenta una ambición desmedida, el negocio se impone al juego sobre la cancha y pareciera que los jugadores han sucumbido a la fuerza implacable de lo mediático: son un club de hedonistas que pretenden ganar con el menor esfuerzo.

Así es, en el colmo de la flojera Beckham se volvió más atractivo para los medios durmiendo plácidamente en una cama que corriendo sobre el césped. Ronaldo y Roberto Carlos se lesionaban a cada rato, a Zidane se le extravío su magia, Figo ni sus luces y Raúl tenía que enfrentar solo a los defensas mientras los zagueros madridistas hacían agua dejando a Casillas a merced de los delanteros contrarios.

Pero no toda la debacle madridista es culpa de los jugadores, ni del técnico mucho menos, la directiva tiene mucho de participación en la caída de la galaxia blanca. Sí, ese gran prosista pero pésimo director deportivo que es Jorge Valdano fue quien aconsejo a Florentino Pérez, presidente del Madrid,a que despidiera así sin más, al legendario capitán Fernando Hierro "porque los zagueros no venden ni una escoba", a Valdano se le atribuye el haber tomado aquella descisión salvajemente racista de dejar fuera del equipo a Makelele, con la salida del africano, el Real perdió recuperación y salida en media cancha, elementos fundamentales para el triunfo. Más aún: en un acto de arrogancia, cuando el Barcelona, acérrimo rival del Real en la liga contrato al holándes Edgar Davids, Jorge Valdano declaró "no importa que lo contraten, él no es galáctico".

Las consecuencias de estos errores tácticos están a la vista: apareció Milito y perdieron la Copa del Rey con el Zaragoza, equipo paupérrimo a lado del Madrid. Sin serlo, se sentían campeones en la Champion´s, pero no contaban con que Morientes esperaba paciente la hora de vengar los miles de minutos que paso en la fría banca merengue como eterno suplente, y ahora el Valencia les acaba de arrebatar la liga, título que por ceirto dedican a la Virgen de los desamparados. Desamparado parecía el Real aquella tarde en que perdió con el Osasuna de Aguirre jugando como local.

Una de las cosas emocionantes del fútbol es que siempre brinda una segunda oportunidad: el ansiado juego de vuelta, la próxima temporada. Así es, el Real Madrid esta obligado a reivindicarse con sus seguidores en el mundo, para ello es necesario reducir los excesos de proyección mediática y fuerza comercial priorizando el espirítu deportivo del conjunto, a nadie estorba un poco de humildad, tan necesaria para practicar un juego vistoso y eficiente, que sea capaz de transmitir a sus fieles la suficiente emoción para encender de nueva cuenta las llamas ardientes de las hogueras del Coloso de La Castellana.

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