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Tuesday, July 06, 2004

Grecia, Campeón

Por Gregorio Jácome Moreno

Si Aristóteles viviera jamás hubiera considerado la posibilidad de que Grecia resultase campeón en la pasada Eurocopa, el padre de la lógica formal no era muy dado a los imprevistos que atentaban contra su peculiar sistema filosófico. Tampoco la fantástica imaginación de Homero sería capaz de producir una épica como la protagonizada por el equipo helénico: derrotaron al anfitrión Portugal dos veces, en la inauguración y en la final, echaron al campeón Francia con todo y sus figuras y vencieron ni más ni menos que a la república checa, cuyo poderoso fútbol parecía invencible.

Grecia jugó con la precisión de un reloj suizo. Cada pieza embonaba en un sistema de juego que apostó al orden, conscientes de sus propias debilidades sabían que no estaban dotados para generar un fútbol espectacular, sin embargo, levantaron la Copa en el estadio de “La Luz” de Lisboa contra todos los pronósticos. En el fútbol las potencias han sido relegadas a un segundo orden. Alemania, Italia, Francia, España, se fueron pronto de la competencia. En cambio los equipos que más o menos jugaron regular Holanda y República Checa no supieron definir en la hora exacta. Sí, el fútbol ha cambiado a nivel mundial, ya no hay equipos grandes. Mientras se jugaba la Eurocopa y Grecia sorprendía al mundo, en la provincia colombiana de Manizales el Once Caldas se coronaba campeón de la libertadores venciendo ni más ni menos que a Boca Juniors.

El equipo estrictamente ordenado de Otto Rehhagel solo podía anotar en una jugada a balón parado, a Portugal le repitió la dosis del tiro de esquina con el cual habían dejado fuera a los checos, uno de los favoritos de la competencia. La estrategia griega es muy predecible. Cuando Grecia defiende lo hace con ocho hombres que custodian la meta de Nikopolidis, los tres medios de contención se repliegan en labores defensivas, en cambio, cuando tienen la posesión avanzan con desfachatada fluidez, los laterales se agregan a Charisteas y Giannakopoulos. Pero a quienes hay que resaltar es a esas dos torres griegas que juegan en la central: Dellas y Kapsis. Ninguno de los jugadores de renombre de la Eurocopa pudo superarlos.

Quedo demostrado que en fútbol no hay defensa contra el orden, durante la mayor parte de los noventa minutos Portugal insistió en avances infructuosos. Felipe Scolari, campeón del mundo dirigiendo a Brasil no supo resolver el teorema griego que parecía inspirado en Pitágoras. En todo Portugal nadie entiende porque el astro del Milán Rui Costa tuvo que esperar hasta quince minutos antes de que terminara el juego para entrar a la cancha a derrochar clase, pero ni sus embates ni los de Figo fueron suficientes, cuando se dieron cuenta ya tenían un gol encima y los griegos inamovibles atrás.

Los griegos dedican esta victoria a la diosa Atenea, que presidirá dentro de poco los juegos olímpicos. El fútbol es sueño, es ilusión, cuando lo veamos, habrá que apostarle siempre a lo imposible.

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